domingo, 10 de febrero de 2008

Geografia de amores

El olor a tierra húmeda en un morro de Bombinhas,

y tu confianza, por fin, bajo las estrellas en el malecón de La Habana.

Un perfume a tabaco en la cajetilla de Montecristo que guardo entre las cartas,

y aquella carta que traduje por no querer entender lo que decía.

Esperarte, sentada sobre mi corazón aturdido, en la vereda frente a aquel hotel.

Y el sol que bombeaba en mis labios

cuando nos partimos de un beso en Plaza de Mayo, en medio de la ronda.

Y repartir miradas que no se miran, en medio de la clase.

En medio del viento que nos llama desde el Fitz Roy, nunca cuerpos tan rotos y tan enteros.

La luna llena en el desierto, detrás del Atlas, y tus pies fríos y emocionados.

Playas...tantas playas.

Sótanos de sexo furtivo entre los expedientes.

Muchos siemprejamases, más nuncamases, y siempre, otra vez,

escapar del miedo a dentelladas.

Ingenuas mentiras, atroces verdades,

lágrimas, perdones, derepentes, esperas

Y tus dibujos por las mañanas, ilustrando los mensajes para el día: conejitos, lagunas, palomas: “Urpilla, hoy vi tu luz cuando reíste”, y un sol en el cielo de papel.

Qué agobio de sangre urgente, enardecida

en un París trastocado por el Expreso de Oriente que me llevó a tu orilla.

Sentirme Isadora Duncan porque me estabas mirando.

y las fiebres de noches sin dormir, recordando tus pestañas en mi espalda

Todos los desayunos con mate y tostadas en un muelle del Tigre, el río como un manto de cristales

Y un niño que no fue, y otro que pudo ser

y otros niños que meten su manito en la mía: “vamos tía”

y ese alboroto en los ojos cuando te miran

ese estallido que reclama voraces rebeliones

Una manzana hace un estruendo de color en mi cocina

todo está aquí, todo está en mí, toda mi vida me vive

Y no se como terminar, si no termina

1 comentario:

Crispín dijo...

Tan bueno el mapa como la memoria emotiva. Un texto para perderse adrede en cada palabra.
Me encantaría sentir pestañas en la espalda, hoy mismo se lo voy a proponer.